COCHES ELÉCTRICOS.
Espolear la implantación de los vehículos eléctricos en España es una de las grandes apuestas del ministro de Industria. Miguel Sebastián anunció ayer su intención de reunirse en octubre con los interesados en el desarrollo de esa tecnología para avanzar en su despliegue.
Es loable su perseverancia para sacar adelante un nuevo modelo de transporte que aportaría significativos beneficios desde el punto de vista medioambiental: los coches eléctricos no contaminan y ayudarían a reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
En lo que, tal vez, peca de optimista el ministro es en los volúmenes y plazos de esa carrera: un millón de coches eléctricos en España en 2014. Parecen cifras y fechas poco realistas.
Por varios motivos: la tecnología es compleja y muy cara (aun considerando los 7.000 euros de ayuda que ofrece el Gobierno a quienes compren un automóvil eléctrico); la autonomía de los vehículos es limitada, la infraestructura de repostaje está poco desarrollada, y la actitud de los consumidores hacia estos vehículos es todavía una incógnita.
El interés por esta tecnología es evidente, como demuestra que varios fabricantes preparen el lanzamiento de modelos eléctricos, pero que se convierta en una opción real dependerá de que el sector consiga reducir el tamaño y el precio de las baterías, aumentar su duración, y convencer al automovilista de que ese es el camino que conduce al futuro.
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