EL MINISTRO DE INDUSTRIA, MIGUEL SEBASTIÁN, YA TIENE SU COCHE ELÉCTRICO.
En su día dije que era su juguete, y eso que entonces no sabía que a la planta de Valladolid le adjudicarían el Twizy, que viene a ser como el «cocherito leré» de la canción, con baterías. No está mal, pero hay que ver este coche, con nombre de juguete japonés también y ver el Zoe, el Renault eléctrico que se fabricará en la planta de Flins, próxima a París, para comprender que el fabricante francés se ha quedado con el coche de verdad. El español es un biplaza (uno detrás de otro), de diseño muy futurista, mientras que el francés tiene capacidad para cuatro pasajeros y menos atrevido en su diseño. Vamos, que los franceses han elegido bien, es decir a la francesa.
Conocí el resultado de la decisión de Renault cuando participaba en una mesa redonda sobre vehículos alternativos (coches eléctricos). Mientras la mayoría aplaudía el apoyo y subvenciones para la producción de coches con baterías, intenté hacer ver que si los turismos son responsables del 5,5% de emisiones de CO2 en el mundo y entre las centrales eléctricas, industria y calefacción doméstica suman el 67%, con reducir en torno al 8% las emisiones de estas tres grandes fuentes se dejaría de producir la misma cantidad de gases que emiten todos los turismos. Pero esas acciones son menos vistosas para los políticos que si se aplican a la automoción. Mientras tanto, cada noche estamos parando los aerogeneradores y quemando la energía eléctrica de las centrales nucleares que no se pueden parar, cuando la energía limpia de las generadoras se podría emplear en acumular calor para las calefacciones y reducir el consumo de la fuente responsable de la cuarta parte de las emisiones de CO2, ahorrando más combustible fósil que con el «cocherito leré».
Volver
|