EL RACC AUTOMÓVIL CLUB HA SITUADO COMO EL DE MAYOR RIESGO PARA LOS CONDUCTORES. LAS CARRETERAS MÁS PELIGROSAS AP-9 y N-634
Autor: la voz de Galicia
Fecha de publicación:
21/12/2007
Pontevedra
La ciudad de Pontevedra carece de circunvalación y de un entramado viario que canalice el tráfico que trata de circundarla a diario, entre atascos y enlaces imposibles. En ese contexto, un vial de cuatro carriles que actúa como circunvalación, aunque solo parcialmente, se ha convertido en el que el RACC Automóvil Club ha situado como el de mayor riesgo para los conductores. La Voz lo recorrió ayer.
Son solo 1,2 kilómetros, pero acceder a ellos desde cualquiera de sus entradas puede convertirse en una trampa para el conductor. El tramo une la autovía entre Marín y Pontevedra con la AP-9 y el congestionado nudo de O Pino, la salida sur natural de la ciudad. Cualquiera de las direcciones por las que se opte a la hora de entrar resulta igualmente peligrosa.
El conductor que tome su vehículo desde Pontevedra entra por un enlace en forma de Y que mete al piloto en el vial a través de un cambio de rasante, sin visibilidad, y por el que se incorporará a la vía por la izquierda. El espejo retrovisor es de escasa ayuda para divisar el intenso tráfico pesado de camiones que se aproxima incesante desde el puerto de Marín. Y los cristales en la calzada y las marcas de frenada dan fe de que la zona registra el elevado número de accidentes que le han hecho valer encabezar el ránking de tramos peligrosos de Galicia. Una vez superado el enlace, la vía racanea arcenes y carece totalmente de quitamiedos adaptados para evitar que se seccionen los miembros de los motoristas en caso de colisión.
Pero los peligros no han hecho más que empezar. Lo siguiente es un trazado sinuoso con una curva mal trazada, que obliga al conductor a rectificar sobre la marcha. Otra vez, los quitamiedos aparecen retorcidos por impactos recientes de vehículos. De hecho, en la zona son frecuentes los vuelcos de camiones por desplazamientos en la carga que se producen al tomar las curvas de salida hacia el enlace portuario.
Circular en sentido opuesto, es decir, por el carril de entrada a la ciudad, tampoco resulta fácil. La incorporación del tráfico proveniente de Vigo por la autopista AP-9 se hace a través de un carril de aceleración de apenas doscientos metros que se utiliza además como vial de salida para el tráfico que ya está dentro de la polémica vía. Las consecuencias de unas dimensiones viarias raquíticas las padecen a diario cientos de conductores, que se ven obligados a frenar en seco para ceder el paso tanto a los vehículos que tratan de acceder como a los que pugnan por salir de un enlace que ha contribuido de forma decisiva a que el riesgo de sufrir un accidente en las carreteras gallegas se haya incrementado un 2% a lo largo del último año.
Santiago
En el tramo de la nacional 634 que discurre entre Santiago de Compostela y Sesmonde, en el municipio de Vilasantar, se dan todas las circunstancias para hacer de un viaje una tragedia: trazado sinuoso; fuertes pendientes con los consecuentes y peligrosos cambios de rasante; carriles de adelantamiento que coinciden, como el sangrante caso del punto kilométrico 681 (Castro) con una pendiente del 8%, la entrada en una zona marcada a sesenta y una fuerte curva; y, sobre todo, la sobrecarga de vehículos pesados que utilizan esta ruta para enlazar Compostela con la A-6.
Las decenas de muertos de esta carretera llevarán para siempre el problema que supone carecer de una conexión por autovía entre la capital de Galicia y Lugo.
Si uno viene de Santiago y se dirige a Oviedo o a Lugo solo podrá disfrutar del tramo de autovía que muere poco después del aeropuerto de Lavacolla, donde termina el término municipal de Compostela y empieza el de O Pino. Nada más tomar la N-634, el panorama viario cambia, y lo hace de modo tremendo, para mal.
El asfaltado de este primer tramo es de los de llevarse las manos a la cabeza. En los kilómetros siguientes, un conductor puede apreciar todas y cada una de las circunstancias que nunca deberían darse en una vía de comunicación tan importante como esta, una auténtica arteria, aunque sea una arteria obstruida, para articular Galicia.
Si a la carretera mala se le unen los malos conductores, la combinación es letal. La saturación de vehículos pesados de todo tipo, así como de muchos transportes especiales, hacen que muchos automovilistas se la jueguen en los adelantamientos, apurando al máximo hasta la señal que impide tal maniobra, pero no siempre con suerte.
El invierno lo complica todo un poco más, porque el trazado es sombrío y el hielo puede ser otro aliado fatal. Más obstáculos: la manía gallega de construir las casas no ya pegadas al trazado de la carretera, sino encima. En O Marquiño, un lugar tristemente popular en las páginas de sucesos por el elevado número de accidentes que ha registrado toda la vida, se pueden ver varios ejemplos. Algunas casas han sido literalmente blindadas con barreras de hormigón.
Las incorporaciones constantes, los cruces y, sobre todo, el radio de las curvas, obliga a extremar la precaución al máximo.
La palma se la lleva la zona de Sesmonde, donde si uno no se fija puede acabar empotrándose en una isleta que flanquea una vía que traza una fuerte curva a la izquierda. La única obra que acabará con semejante situación será la construcción de la ansiada autovía.
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