RECARGA TU COCHE ELÉCTRICO O HÍBRIDO EN UNA FAROLA, NO ES UN UTOPÍA
Recarga eléctrica de un Toyota Prius
En cierta manera sí resulta una utopía el pensar en la facilidad de recarga energética para las baterías de los coches puramente eléctricos o híbridos. Precisamente es uno de los puntos, junto a la autonomía y las prestaciones, que frenan al futuro de la electricidad en la industria del automóvil. Es prácticamente imposible encontrar un punto de recarga eléctrica en nuestro país para un coche fuera de un enchufe convencional en una casa o en un garaje, aparte de que hace falta bastante tiempo para realizar una recarga completa de las baterías utilizadas actualmente.
Quizás gran parte de la solución, al menos a corto plazo, sería la multiplicación de los lugares temporales de recarga. Es decir, poder recargar parcialmente las baterías en diversos puntos, mejorando la autonomía y la comodidad del conductor a la vez. Por esta solución se decanta la empresa alicantina Renovae, aplicando las últimas tecnologías en energía solar y eléctrica para convertir una farola convencional en un auténtico punto de recarga de energía.
Cada una de estas farolas está equipada con un panel fotovoltáico que transforma la energía solar en eléctrica, abasteciendo a unas baterías de gel y a una bombilla de 18.63 W. Para ofrecer el máximo rendimiento en la captación de los rayos solares el panel cuenta con un pie rotatorio que le permitiría orientarse hacia el astro rey. Esta sería la parte de entrada energética, mientras que la parte de salida se realizaría en los paneles situados en la base de la farola.
Un enchufe de corriente de 220-230 V abastecería a los vehículos que lo deseasen, pagando por supuesto por la electricidad consumida a través de un sistema de cobro similar al utilizado en los parquímetros. Simplemente enchufar, recargar hasta donde se desee y pagar por lo recargado. En principio una solución muy práctica.
Ahora bien, hay varios problemas a plantear en el sistema. Su utilidad crecería exponencialmente con su expansión y de ello dependen factores como el coste de cada farola (si pagaría parte el ayuntamiento correspondiente o se costearían con su propio funcionamiento), la capacidad que tengan a la hora de almacenar suficiente energía para múltiples recargas o vehículos y, por qué no, su resistencia a las inclemencias climatológicas y a los actos vandálicos.
Me inclino a pensar que podría ser más eficaz la instalación de “surtidores” de energía eléctrica en las propias estaciones gasolineras. Principalmente porque parte de la inversión estructural y de recursos ya estaría hecha de antemano, pero también porque serviría para aportar a los híbridos electricidad y carburante. El mercado nos dirá con el tiempo cómo termina avanzando este mercado emergente y si estas “farolas energéticas” son parte de la solución.
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